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El objetivo del proyecto de investigación que lideran desde el Hospital Clínico San Carlos de Madrid -en colaboración con el Hospital Mutua Terrasa- es el de permitir diagnosticar enfermedad celiaca en pacientes que han comenzado ya una dieta sin gluten y cuya única solución pasa por reintroducir de nuevo la proteína durante un determinado periodo de tiempo. Hablamos con la Dra. Concepción Núñez, miembro de la Sociedad Española de Enfermedad Celiaca y una de las responsables del estudio en el que llevan trabajando desde 2015.

“Nuestro estudio se basa en un test de provocación de gluten de solo tres días y la posterior valoración de unos biomarcadores inmunológicos en sangre, antes y al sexto día de la provocación con gluten”, explica Núñez, que ya nos hablaba de este proyecto hace unos años en esta entrevista.

Bajo el título “Búsqueda de biomarcadores diagnósticos en enfermedad celíaca: estudio celular y molecular tras provocación con gluten”, la Dra. Núñez junto con su equipo pretenden tener así una herramienta muy necesaria. “Los clínicos nos cuentan que cada vez son más los pacientes que llegan a consulta y que ya están haciendo dieta sin gluten y hay que darles una solución. Pero no solo a esos pacientes, también a todos aquellos que tras realizarles las pruebas necesarias para diagnosticar o descartar la enfermedad, los resultados no nos permiten dar una respuesta definitiva, pero a pesar de ello comienzan una dieta sin gluten que no quieren abandonar”, señala.

Desde 2015 están trabajando por tanto con distintos tipos de pacientes: pacientes con celiaquía y atrofia vellositaria, pacientes celiacos con Marsh 1, pacientes seronegativos, pacientes con sensibilidad al trigo no celiaca y personas sanas. “Algunos pacientes cuando llegaban para participar en el estudio venían nerviosos y con miedo, pero en cuanto veían que solo serían tres días se tranquilizaban bastante. Muchos lo han hecho durante el fin de semana: empezaban el viernes y el domingo acababan”, apunta Núñez.

Y es que cuando se elimina el gluten antes del diagnóstico, la única opción de saber si hay o no una celiaquía es mediante la reintroducción del gluten durante un determinado tiempo. “Los datos científicos a día de hoy no permiten un protocolo exacto, además probablemente el tiempo necesario de reintroducción varíe en función del paciente”, explica Núñez.

El actual Protocolo de Diagnóstico Precoz de Celiaquía indica que aunque no existe un consenso total sobre cuánto gluten y durante cuánto tiempo se debe realizar la reintroducción del gluten, “en la práctica clínica suele establecerse la cantidad de 10 gramos, es decir 4 rebanadas de pan al día durante no menos de dos semanas. A partir de esas dos semanas, y si el paciente no acusa síntomas importantes, se recomienda seguir con la reintroducción hasta el mes para después realizar una serología y de nuevo la biopsia intestinal.

«Con nuestro método, los pacientes consumen 7 rebanadas de pan al día durante 3 días seguidos. Les extraemos sangre el día antes de la introducción y 6 días después, cuando la respuesta ya es visible en sangre. Lo que vemos son las células que están respondiendo al gluten y migrando al intestino».

Con el método que desarrollan desde el Clínico, el tiempo se reduce. “Habíamos visto ya en la literatura que era posible ver cambios medibles con esa provocación de tres días y así lo hemos estado haciendo. Los pacientes consumían 7 rebanadas de pan al día durante 3 días seguidos. Les extraíamos sangre el día antes de la introducción y 6 días después, cuando la respuesta ya es visible en sangre. Lo que vemos son las células que están respondiendo al gluten y migrando al intestino», apunta Núñez, que muestra una gráfica en la que se visualizan claramente esas células.

Si es el gluten el que ocasiona la respuesta inmunológica en el celiaco, “al reintroducir el gluten tiene que haber un cambio y eso es lo que hemos querido encontrar, el cambio que se produce, este caso en sangre cuando una persona celiaca vuelve a introducir el gluten en la dieta durante tres días”, señala la responsable del estudio.

Los resultados que existen hasta el momento -preliminares- señalan que la prueba tiene una “buena sensibilidad para detectar la enfermedad celiaca, similar al menos a la que ofrece la serología específica, y es una prueba válida también para pacientes con genética no compatible con celiaquía”, aclara Núñez.

El complejo diagnóstico de la celiaquía

“Los celiacos “de libro” son sencillos de diagnosticar, pero es una enfermedad realmente compleja y son muchos los celiacos que tienen un diagnóstico dudoso”, apunta Núñez.

También, destaca, es “importante que la gente sepa que no es lo mismo ser celiaco o ser sensible al gluten no celiaco, aunque el tratamiento sea el mismo”. Explica que la celiaquía es una enfermedad crónica que requiere predisposición genética y tiene una base autoinmune, mientras que sobre la sensibilidad al gluten no celiaca «hay mucho desconocimiento, es difícil de estudiar porque no existen pruebas para su diagnóstico y es difícil la correcta identificación de quien la padece, sabemos que esos pacientes no tienen los anticuerpos específicos de enfermedad celiaca ni daño intestinal»

Así, el diagnóstico de celiaquía requiere de una serie de pruebas diagnósticas que no siempre arrojan resultados definitivos. “Sabemos que a veces la serología es negativa y que eso no descarta la enfermedad cuando la sospecha clínica es elevada y también sabemos que un Marsh 1 no siempre es enfermedad celiaca aunque haya predisposición genética, y a veces es realmente complicado que los clínicos puedan ofrecer una respuesta al paciente”.

De hecho, en el Protocolo de Diagnóstico Precoz de la Celiaquía, publicado por el Ministerio de Sanidad en mayo de 2018, y con el objetivo de contribuir al diagnóstico de casos complejos, se incluye el linfograma intraepitelial por citometría de flujo «una herramienta muy buena que contribuye también a salir de dudas en muchos casos», apunta Núñez. Y es que los cambios en las subpoblaciones de Linfocitos Intraepiteliales (LIE) son una característica constante en la mucosa duodenal de los pacientes con celiaquía, por lo que su caracterización mediante citometría de flujo es una herramienta diagnóstica de gran utilidad.