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Cuando dos personas se conocen lo primero que se suele preguntar normalmente no está relacionado con su dieta, pero lo más probable es que el tema de la celiaquía surja en la primera conversación. Las reacciones del «no celiaco» son de lo más dispares.

Las cosas como son, los celiacos tenemos tendencia a hablar sobre ello cuando conocemos a alguien. En cuanto la conversación supera los 10 minutos solemos soltar el tema, y lo hacemos con la intención de informar, pero sabiendo también que lo más probable es que nuestra celiaquía se convierta en el tema protagonista de la conversación. Suele ocurrir, ¿verdad?

Después de muuuchos años de diagnóstico y muchas vueltas de un lado para otro, pocas son las reacciones inesperadas que nos podemos encontrar al hablar sobre nuestra celiaquía a un nuevo amigo. Las hay divertidas, indignantes, sorprendentes e incluso hay quien resulta indiferente ante un «notición» por el estilo. Seguro que alguna de estas os suena.

-El sabelotodo que no sabe nada: «Ahhh, que eres celiaca, pues menuda faena tienes con el pan». Cuando alguien te dice eso es que lo único que sabe sobre celiaquía es que el pan lleva gluten. Además al instante siguiente te dirá eso de «bueno, pero en Mercadona lo puedes comer todo y además así cuidas la línea», y ya está. No sabe nada sobre la celiaquía pero sabe todo lo que quiere y/o necesita saber. No te hará preguntas porque para esa persona la celiaquía se acaba ahí. Es también muy habitual que te diga que tiene x familiares o amigos celiacos, pero que lo llevan bien y no les pasa nada si un día se toman una pizza con los amigos. Es más, es probable que te diga que ¡alguno de sus conocidos se ha curado del todo! Qué peligro!! Ahí toca desmentirle los mitos de la celiaquía, urgentemente para que no siga difundiéndolos.

mitos celiaquia

-El que sospecha que no ha salido del «celiarmario»: «Madre mía, eres celiaca, y ¿qué tal lo llevas? Yo es que tengo tres primos celiacos y cuando como pasta me siento hinchado, pero cuando como pan no, y entonces no sé si hacerme las pruebas, porque me da miedo, pero como el pan no me sienta mal… no sé qué hacer. ¿A ti qué te pasa si comes pan?». El pobre, o la pobre, tiene ciertos conocimientos sobre la enfermedad, y como no se encuentra bien del todo sospecha que quizás él también pueda ser celiaco. Pero claro, se hace la prueba del pan o la prueba de la cerveza… y como no le sienta mal se aferra a un clavo ardiendo y no se decide a ir al médico. Estas personas te interrogarán a base de bien para intentar que tú les convenzas de que no deben hacerse las pruebas. En este caso siempre decimos lo mismo, si tienes familiares y no te encuentras bien…vete al médico.

-El que no tiene ni idea: «Celi, qué? Eso qué es lo que es?» ¿Y entonces no puedes comer nada? ¡Uy, que no puedes comer pan, qué faena! Pero bueno, eso será de vez en cuando, tampoco hay que volverse loco»… Cierto que son los menos porque cada vez somos más celiacos y cada vez hay más información y estamos más presentes en todas partes, pero haberlos haylos. Como es el primer contacto con la enfermedad, te verán como a un bicho raro y lo más normal es que les des penita. Es el típico que cada vez que te vea te dirá un «qué tal? cómo vas de lo tuyo?»…

-El que piensa que es una alergia: «Qué faena, yo conozco a un niño que tiene eso y una vez se comió un trocito de croqueta y a urgencias con una anafilaxia». Tienden, aunque cada vez menos, a confundir las alergias con la celiaquía cuando no tienen nada que ver. Es más, una alergia puede llegar a ser potencialmente mucho más peligrosa debido a la anafilaxia, así que en este caso somos afortunados, porque aunque las contaminaciones siempre tienen consecuencias y hay que evitarlas a toda costa, no nos llevarán en estado crítico a un hospital.

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-El que da gracias al cielo por haber encontrado tema de conversación: Bueno, y es que a veces ocurre que conoces a alguien y no sabes de qué hablar… pues la celiaquía resuelve la papeleta. El «no celiaco» ve el cielo abierto cuando surge el tema y no dejará de hacerte preguntas. ¿qué comes? ¿qué no comes? ¿qué cosas llevan gluten? ¿qué cosas no llevan gluten? ¿qué te pasa si comes un poco de gluten? ¿vomitas? ¿te da vueltas la cabeza rollo niña del exorcista? ¿cómo sabes si eres celiaco? ¿siendo celiaco, puedes beber alcohol?, y así hasta el infinito y más allá.

-El hipocondriaco: Jamás de los jamases se le ha pasado por la cabeza que pueda ser celiaco, pero en el momento en el que una persona le habla de una enfermedad, por desgracia, su faceta hipocondriaca le obliga a repasar mentalmente su vida y detectar posibles síntomas relacionados con la celiaquía. Te hará preguntas, muchas preguntas, y te contará cosas que no quieres saber… como «cada vez me cuesta más ir al baño», «una vez estuve tres días seguidos con diarrea»…

-El otro celiaco: En el momento en el que dos almas celiacas se conocen, ¡¡un ángel obtiene sus alas!! Y es que es un subidón total. «¿A qué edad te diagnosticaron celiaquia? ¿tienes más celiacos en casa? ¿comes mucho pan? ¿cuál es tu cerveza sin gluten favorita? ¿conoces tal restaurante? ¿te habrás descargado ya Celicidad, no? Ha nacido una amistad que durará para siempre, eso sí, si hay más gente cerca quizás no puedan abrir la boca. 🙂

-El celiaco que no tiene ni idea: Aquí la situación es parecida sólo al principio. Al celiaco responsable, celiaco A, se le ilumina la cara, pero el que no tiene ni idea, celiaco B,  tiene una reacción de indiferencia, y claro el celiaco A no comprende la reacción y le pregunta dos o tres veces más, «pero en serio eres celiaco?», y el celiaco B se lo vuelve a confirmar, pero no hay entusiasmo en su respuesta y entonces al celiaco A no le queda otra que preguntar, «qué tal lo llevas?» y es ahí cuando se abre un agujero negro que atrapa toda la ilusión del celiaco A. «Bueno, pues ahí vamos, pero tampoco soy celiaco total, un poco nada más, así que tampoco me limita mucho».  Esa frase nos da escalofríos, no hay grados en celiaquía por muco que algunos sigan diciéndolo.

Por desgracia nosotros sí nos hemos encontrado con este último caso un montón de veces y lo peor de todo es que por mucho que les expliques, no atienden a razones. Toca seguir trabajando para darle más difusión a la celiaquía y la dieta sin gluten, y en ocasiones a nuestra realidad hay que darle un toque de humor porque lo peor ya pasó antes del diagnóstico! 🙂