- Imagen adaptativa

Escúchalo también en Apple Podcast, Spotify, Google Podcast, Ivoox, Spreaker, Podimo o Youtube

¿Qué es realmente la sensibilidad al trigo/gluten? ¿Qué la desencadena? ¿Debe ser la dieta de estos pacientes igual que la de los pacientes celiacos? ¿Es el gluten el causante de este cuadro u otro componente de los cereales? ¿cómo se diagnostica? La sensibilidad al gluten/trigo no celiaca, es una enfermedad que de manera sistemática y rigurosa lleva estudiándose a penas 20 años y son muchas las cuestiones que la rodean. Un auténtico quebradero de cabeza para pacientes y también para los profesionales. El Dr. Javier Molina, Digestivo del Hospital Universitario de Cáceres, es una referencia internacional en el campo de la esofagitis eosinofílica y un gran experto en patologías provocadas por la alimentación, entre ellas celiaquía y sensibilidad al trigo. Hablamos con él en Onda Celicidad.

La enfermedad celiaca es una enfermedad de base autoinmune, sistémica y crónica que afecta a individuos predispuestos genéticamente. Afecta, aproximadamente a un 1-2% de la población, «aunque según las últimas revisiones, esta cifra ha sido superada y estaríamos ahora entre un 3 y un 4%», afirma el Dr. Molina. La enfermedad celiaca, por tanto, está bien definida y sin embargo sigue teniendo un infradiagnóstico elevado. «Esto en adultos se debe al cambio en la expresión de la enfermedad. Antes se consideraba una enfermedad que provocaba síntomas digestivos, ahora sabemos que es sistémica y que en adultos son muy frecuentes los síntomas extradigestivos, muy variados, inespecíficos y difusos», señala.

Es una de las razones que explica el infradiagnóstico, «antes la diarrea y la malabsorción, era imprescindible para diagnosticar celiaquía, ahora sabemos que suele ser más frecuente el estreñimiento, el patrón ha cambiado», afirma. Además «hay casos realmente complicados en los que las pruebas no dan unos resultados claros», asegura.

«En un mundo ideal a los pacientes con problemas digestivos les deberían hacer serología de enfermedad celiaca», asegura. Y es que esa primera prueba encamina el diagnóstico de la enfermedad cuando es positiva, incluso en niños y adolescentes, es fundamental para el diagnóstico sin biopsia intestinal.

«Y para casos dudosos tenemos ya una herramienta muy interesante, muy sensible y eficaz, como es el linfograma intraepitelial por citometría de flujo», afirma.

Si la enfermedad celiaca es «concienzudamente descartada, tenemos que ver otras posibilidades que expliquen los síntomas del paciente, y entre ellas la sensibilidad al trigo, aunque primero hay que descartar la alergia al trigo».

La pareja de baile de la sensibilidad al trigo, apunta el Dr. Molina, «no es la celiaquía, es el síndrome de intestino irritable». De hecho afirma que la denominación de uso extendido «sensibilidad al gluten no celiaca», no es correcta. «A pesar de que se trata de una enfermedad muy reciente, sabemos que de todos los pacientes diagnosticados de sensibilidad, no es el gluten lo que les provoca los síntomas a todos ellos. La gente debe saber que cuando se hace una dieta sin gluten quitamos todos los hidratos de carbono del trigo, los lípidos, los aditivos… en realidad estamos retirando de la dieta una gran cantidad de componentes, por tanto hay una gran cantidad de sospechosos potenciales, y a día de hoy el sospechoso número uno son los inhibidores de la amilasa tripsina, proteínas hidrosolubles no ligadas al gluten que se dan en una concentración mucho mayor en el trigo moderno».

Se ha visto, afirma, que estos inhibidores son capaces de «provocar una reacción inmunológica en el intestino delgado y en el intestino grueso, tanto en humanos como en ratos». Los fructanos, asegura, son otro de los posibles sospechosos.

El mundo de la «sensibilidad al trigo, aunque se trate con dieta sin gluten, debemos olvidarnos de su relación con la celiaquía y pensar en su relación con las intolerancias alimentarias»