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De manera tradicional, a la enfermedad celiaca se la ha definido como una intolerancia permanente al gluten. En la actualidad, el Protocolo de Diagnóstico Precoz de la Enfermedad Celiaca la define como un trastorno sistémico de base inmunológica, proceso que no se engloba ni dentro de las intolerancias ni dentro de las alergias.

En la web de Schär, marca de productos sin gluten, nos aclaran las diferencias entre estas tres patologías y nos detallan las características de cada una.

Qué es la Celiaquía

La enfermedad celiaca se caracteriza por un daño intestinal y unos problemas de malabsorción, que viene provocado por el consumo de gluten. El gluten es una proteína vegetal en principio inocua, que sin embargo a los celiacos (y a personas con otros trastornos relacionados con el gluten que ahora veremos) ocasiona este daño. Y el daño se produce por un problema de carácter inmunológico. Los trastornos del sistema inmunitario, es decir, de nuestras defensas, tienen lugar cuando éstas atacan y destruyen nuestros propios órganos o tejidos. Es lo que ocurre con la celiaquía.

El sistema inmunitario del celiaco, confunde al gluten con una elemento dañino y ataca provocando daños en el intestino delgado, en las vellosidades intestinales que entre otras funciones, se encargan de absorber los nutrientes. Este complejo proceso da lugar a síntomas digestivos y/o extradigestivos (aunque hay celiacos que presentan una celiaquía casi asintomática). Por ello el único tratamiento eficaz para la enfermedad celiaca a día de hoy es una dieta sin gluten estricta y de por vida: consumiendo alimentos que de forma natural no contienen gluten, productos elaborados específicamente para celiacos, como los que lleva elaborando Schär desde hace más de 35 años y que cuentan con todas las garantías de seguridad y las certificaciones a nivel internacional, y evitando en todo momento la contaminación cruzada.

Y es que la reacción inmunológica, de las defensas de un celiaco, se produce siempre que se ingiere gluten, sea en mayor o en menor cantidad, por lo que no se deben realizar transgresiones y es necesario evitar en la medida de lo posible las contaminaciones accidentales. Una vez que se entiende el proceso y los elementos que intervienen en la enfermedad celiaca, es fácil comprender que nada tiene que ver con una intolerancia, aunque en determinados círculos aún la denominen así (erróneamente, como apunta en Celiacos en Directo el Dr. Farrais).

Intolerancias alimentarias

Estas afectan al propio metabolismo del cuerpo, pero el sistema inmunológico no se ve involucrado. Estas se definen como la incapacidad del organismo para asimilar o tolerar correctamente un alimento. Y es lo que ocurre con la intolerancia a la lactosa, tan relacionada con la enfermedad celiaca. La lactosa es el azúcar presente en la leche de los mamíferos, y para que esta se pueda digerir correctamente, tiene que ser descompuesta en sus dos elementos: glucosa y galactosa.

Este proceso de división de la lactosa, se produce en el intestino delgado. En concreto las vellosidades intestinales son las encargadas de producir una enzima denominada «lactasa», cuya misión es provocar esa ruptura en dos de la lactosa.

Las personas con intolerancia a la lactosa no producen la suficiente cantidad de lactasa para originar ese proceso y por eso toleran mal la lactosa, que al ser ingerida ocasiona múltiples síntomas digestivos. En muchas ocasiones, las vellosidades intestinales están dañadas a causa de la celiaquía y por eso se produce ese déficit de lactasa y esa intolerancia a la lactosa.

Tras un correcto diagnóstico y una dieta sin gluten estricta, las vellosidades vuelven a producir lactasa en cantidades adecuadas para romper la lactosa y que el individuo la pueda tolerar con normalidad y sin síntomas. En algunas ocasiones, la intolerancia a la lactosa tiene un origen genético y no revierte. Se trata siempre de una intolerancia enzimática.

Las intolerancias provocan síntomas, pero no provocan una reacción inmunológica. El mecanismo de la celiaquía es totalmente diferente a este.

Alergias alimentarias

En este caso, vuelve a intervenir el sistema inmunitario que responde de forma alterada frente a un alimento que se ingiere, se inhala o se toca. El síntoma más preocupante es la anafilaxia. Una vez que conocemos los tres distintos mecanismos, es fácil entender a qué grupo podría pertenecer cada trastorno relacionado con el gluten:

-La enfermedad celiaca, por tanto, hablaríamos de un trastorno de base autoinmune.

-La alergia al trigo (que no al gluten), forma parte del grupo de las alergias alimentarias.

¿Y qué es la Sensibilidad al Gluten no Celiaca?

Se trata de un trastorno relativamente joven que se diagnostica tras haber descartado correctamente tanto la enfermedad celiaca como la alergia al trigo. Es decir, se trata de pacientes que presentan sintomatología digestiva y/o extradigestiva compatible con celiaquía, pero tras ser evaluados correctamente, los resultados descartan las patologías ya mencionadas, a pesar de que se produce una mejoría clínica al realizar la dieta sin gluten.

Se desconoce a día de hoy el mecanismo que desencadena este trastorno. En el caso de las tres patologías descritas, tanto celiaquía, como sensibilidad al gluten o alergia al trigo, el tratamiento pasa por una dieta sin gluten estricta.

Y en la web de Schär podemos encontrar muchísimos productos para poder hacer una dieta adecuada, saludable y deliciosa.