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Expertos en medicina y microbiología han analizado estos días en Madrid -noviembre 2016- el papel que ejercen los microorganismos “buenos” del intestino (microbiota intestinal) en el mantenimiento de funciones cerebrales y la prevención de trastornos inmunológicos y metabólicos, entre ellos la celiaquía.

El presidente de la Asociación de Microbiología y Salud, el doctor Ramón Cisterna, ha asegurado que la microbiota “tiene un papel clave en el mantenimiento de la salud y la prevención de alteraciones muy comunes en nuestros días”.  Por este motivo, los participantes en la reunión de la Asociación  han tratado de conocer mejor la conexión entre cerebro e intestino, relación de la que en Celicidad hemos hablado recientemente en la entrevista sobre el Neurogluten con el Dr. Luis Rodrigo. 

 “Por un lado, el cerebro, a través del sistema nervioso autónomo y la liberación de mediadores en la sangre y el tubo digestivo, es capaz de modificar la microbiota y, por el otro, la microbiota, principalmente mediante la liberación de sustancias y la modulación del sistema inmunológico, condiciona el cerebro y puede influir en la conducta y desencadenar o predisponer la evolución de algunas enfermedades neurológicas” ha explicado el doctor Alfredo Rodríguez-Antigüedad, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario de Basurto, en Bilbao, y profesor Asociado de Neurociencias de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU), quien ha asegurado que todavía queda mucho por descubrir en este campo.

«La relación entre el cerebro y el intestino existe, pero queda muchísimo camino por recorrer para ver exactamente cómo se desarrolla la misma»

 En la misma línea se mostró el doctor Benito Regueiro, catedrático y jefe del Servicio de Microbiología Clínica del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo, que señaló que el auténtico alcance de la relación entre cerebro e intestino comienza a entenderse ahora, pero «se trata de un sistema tan dinámico e interactivo que necesita un análisis complejo. Sus interacciones se complican a medida que avanza el conocimiento”.

 El doctor Regueiro ha señalado durante su ponencia que una microbiota variada y adecuada significa salud para el individuo. Sin embargo, los expertos también advierten de la alteración o disbiosis bacteriana de la microbiota intestinal por exposición a los antimicriobianos. La doctora Mikele Macho, médico residente del Servicio de Microbiología Clínica y Control de Infección del Hospital Universitario de Basurto, en Bilbao, ha asegurado que esta alteración podría estar relacionada con ciertas enfermedades crónicas que han aumentado en los últimos años, tales como obesidad, síndrome metabólico, atopia, alergia, asma, diabetes tipo 1, esclerosis múltiple, enfermedad inflamatoria intestinal o enfermedad celíaca, sobre la que es necesario investigar.

«La alteración de la microbiota puede estar relacionada con enfermedades como diabetes, obesidad, alergias, asma y también celiaquía, entre otras». 

 El desequilibrio, según esta experta, depende del tipo de antibiótico, la dosis y la duración del tratamiento: “El tratamiento antimicrobiano es la base para tratar patologías infecciosas, pero el empleo indebido, en especial en edades tempranas, puede provocar cambios persistentes y consecuencias negativas a largo plazo para la salud”.

 En palabras del doctor Rodríguez-Anigüedad el reto se centra en identificar el microbioma y ser capaces de identificar las moléculas y metabolitos que produce en cada paciente para posteriormente aprender a modificarla y así prevenir o alterar enfermedades.

Microbiota y celiaquía

Un estudio del CSIC, explica que los análisis “microbiológicos realizados demostraron que la microflora del intestino de los celíacos presenta una mayor concentración de bacterias potencialmente perjudiciales, y una reducción de bacterias beneficiosas”. Esta situación es así, a pesar de llevar correctamente la dieta sin gluten.

Es decir, cuando llega el diagnóstico, evidentemente la flora intestinal y el intestino del celiaco se encuentran dañados, pero tiempo después con una dieta adecuada y sin transgresiones, las vellosidades se han recuperado pero según este estudio, la flora intestinal del celiaco seguirá teniendo más bacterias potencialmente perjudiciales que beneficiosas”. Así lo explican desde el CSIC, “el restablecimiento de la composición de la microflora intestinal tras la dieta sin gluten tan sólo es parcial, lo que demuestra que las alteraciones microbiológicas no son sólo una consecuencia secundaria del proceso inflamatorio asociado a la fase activa de la enfermedad”. 

Además de tener una flora intestinal diferente por el hecho de ser celiacos, hay ciertas circunstancias que pueden conducir a una alteración de la flora intestinal, como los cuadros de estrés, dietas bajas en fibra con exceso de cafeína, azúcares y grasas, el consumo de alcohol y tabaco, las intolerancias alimentarias y el propio paso de los años, que hace que disminuya el número de bacterias en general.

Nuevo descubrimiento sobre la microbiota y las enfermedades autoinmunes

El diario La Vanguardia se hace eco de una nueva investigación llevada a cabo por investigadores del Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (IDIBAPS), en Barcelona, y de la Universidad de Calgary, en Canadá, que han descubierto un mecanismo por el que la microbiota intestinal regula la respuesta inmunitaria del organismo en enfermedades autoinmunes. Este mecanismo, afirman los investigadores, abre la vía a desarrollar nuevos tratamientos terapéuticos para enfermedades como la colitis ulcerosa o el Crohn.

En un estudio con ratones y publicado en la presitigosa Cell, los científicos han hallado que, cuando algunas células de defensa se equivocan y comienzan a atacar a otras células en el intestino provocando inflamación y enfermedades como colitis o Crohn, determinadas bacterias de la microbiota son capaces de “reclamar” a un tipo de glóbulos blancos, los linfocitos T, para que acudan al intestino, aplaquen la rebelión y supriman la colitis en los roedores.

Así la investigación ha hallado que, cuando algunos glóbulos blancos comienzan a atacar las células del intestino, tal y como ocurre en la celiaquía, dando lugar a la inflamación, una proteína de una especie de bacterias muy común en el intestino de los ratones y también de los humanos, llamada Bacteroides, penetra en la barrera intestinal y “llama” a los linfocitos CD8, otro tipo de células de defensa., que son capaces de reconocer estas proteínas. Al detectarlas, se dirigen al intestino y allí frenan la inflamación, apuntan desde La Vanguardia.

Los estudios e investigaciones que tienen por objeto estudiar la microbiota intestinal son fundamentales para el mundo de la celiaquía ya que desde hace años se sabe que las alteraciones o desequilibrios en la microbiota intestinal aumentan el riesgo de desarrollar enfermedades autoinmunes diferentes, entre ellas, la celiaquía.