Celiaquía y depresión han sido objeto de numerosos estudios en los últimos años. La incidencia de la depresión podría ser más elevada en los pacientes celiacos incluso una vez comenzada la dieta sin gluten, según algunos estudios que aquí recogemos. 

Celiaquía y depresión

Celiaquía y depresión parecen guardar una estrecha relación según numerosas investigaciones. La depresión es una enfermedad grave y frecuente que afecta más a mujeres que a hombres y que se caracteriza por un estado severo y prolongado de tristeza que puede llegar a causar también problemas físicos derivados de la ansiedad, la falta de sueño, el cansancio, etc.

La depresión ha estado siempre en esta lista de síntomas de la celiaquía en adultos, al igual que la ansiedad o la irritabilidad, pero en este caso hablamos de una enfermedad que puede llegar a tener graves consecuencias. Los expertos señalan que la celiaquía, antes de ser diagnosticada, causa tales molestias a los pacientes que es una cuestión lógica sentirse irritado, angustiado e incluso padecer de depresión. Sin embargo, numerosos estudios siguen hablando de una importante relación entre celiaquía y depresión una vez que los pacientes han comenzado la dieta sin gluten y por tanto han comenzado su proceso de recuperación.

Marina Rodríguez es Psicóloga experta en trastornos digestivos y CEO de Gastropsique. En esta entrevista en Onda Celicidad explica cómo las emociones negativas pueden agravar una enfermedad digestiva y viceversa, cómo un problema digestivo puede generar emociones negativas como ansiedad que contribuyen a una importante merma en la calidad del vida del paciente.

Algunas teorías señalan que la relación entre celiaquía y depresión descansa en el hecho de los problemas de absorción de nutrientes que presentan las personas con celiaquía.  Esta idea se centra en la complejidad de absorber una sustancia fundamental para producir serotonina como es el triptófano. Si una persona con celiaquía no puede absorber de forma correcta el triptófano, no podrá generar una gran cantidad de serotonina que es el principal neurotransmisor relacionado con el estado de ánimo. En estados depresivos, los niveles de serotonina son muy bajos. Pero las personas con celiaquía también presentan problemas de absorción de otros nutrientes como el ácido fólico, el hierro, el calcio... y también se ha demostrado que la falta de estos puede dar lugar a apatía, fatiga, cansancio, síntomas que pueden relacionarse con la depresión.

Sin embargo una vez realizadas las pruebas de diagnóstico de la celiaquía e iniciada la dieta sin gluten  arranca el proceso de recuperación y en un tiempo el intestino lesionado recupera la capacidad total de absorción (excepto en algunos casos como es el de la celiaquía refractaria), por lo que pasados unos meses la calidad de vida aumenta. Por lo tanto, la teoría que apunta a que son las molestias anteriores al diagnóstico junto con la incertidumbre que el estado de salud genera, dos factores que pueden llevar al desarrollo de depresión en celiacos, no se sostendría cuando los síntomas desaparecen.

«Aislamiento, vergüenza, temor a la contaminación y miedo a causar molestias, entre los principales sentimientos de los celiacos en situaciones cotidianas sociales»

La Psicóloga Cristina Sfoggia, señala en uno de sus estudios sobre celiaquía y depresión, que en un principio «la depresión tan ampliamente referida en los pacientes celíacos puede explicarse como la consecuencia de la malabsorción de nutrientes, acompañada en muchas ocasiones de fatiga y dolor que incrementan la sensación de malestar y decaimiento que conducen a la depresión».

La experta apunta a que tras el inicio de la dieta y la mejora de los síntomas, la incidencia de la depresión en celiacos es menor, sin embargo «a menudo, después de un tiempo, las cifras de depresión y celiaquía vuelven a aumentar quizás a causa de las dificultades en el ajuste de la dieta sin gluten y su interferencia en la vida social». Y es que la enfermedad celiaca afecta también a la parcela social del paciente, que debe hacer una dieta estricta también fuera de casa y tomar unas precauciones determinadas, como apunta la también psicóloga Marina Rodríguez, de Gastropsique.

Sfoggia recoge en su análisis estudios anteriores como el titulado «Controlled by food. Lived Experiences of Coeliac Disease», desarrollado en 2005. Este estudio se centró en investigar las situaciones que habitualmente llevaban a sentir incomodidad a las personas celiacas.

Se plantearon situaciones que supusieron dilemas en distintos ámbitos: en el trabajo, comiendo fuera de casa, comiendo en casa, de viaje y a la hora de hacer la compra. Los sentimientos predominantes más habituales que salieron de estas situaciones fueron, según explica Sfoggia, «aislamiento, vergüenza, temor a la contaminación por gluten, preocupación por causar molestias.

En el ámbito de las relaciones personales el miedo a ser olvidados o descuidados y el no querer llamar la atención fueron las principales preocupaciones manifestadas. En cuanto al día a día, los participantes señalaron que sus principales preocupaciones estaban relacionadas con la menor oferta de productos sin gluten y el requerimiento de tener que mantenerse siempre atentos para no contaminarse o adquirir productos inadecuados.

Sfoggia explica que de estos sentimientos que surgen en el día a día de las personas con celiaquía puede derivarse el desarrollo de la depresión. La experta señala la importancia de seguir profundizando en el tema para que el tratamiento a las personas con celiaquía sea integral y llevado a cabo por equipos multidisciplinares de profesionales de la salud.